enclave erótico vive lejos del mundanal ruido y, por lo visto, no se entera de las cosas. No sabe lo que se anda diciendo por las calles, los peligros que lo rodean… Estoy sometido a presiones irresistibles… Soy humano. Mi resistencia tiene un límite".
El oficial vuelve a rechazar los "servicios" que le ofrece El Sinchi, pero éste no acepta una respuesta negativa y le advierte que "la ciudad quiere que… lo mande a usted a la quiebra… No existe nada lo bastante sólido en toda Amazonía que La Voz del Sinchi no pueda echar abajo… Modestia aparte, si yo le pongo la puntería… usted tendrá que salir pitando de Iquitos. Es la triste realidad, mi amigo".
Pantoja toma como una amenaza las palabras del periodista. Nada de eso, al contrario… -señala El Sinchi. Hasta ahora he resistido las presiones por espíritu combativo y por una cuestión de principios. Pero, en adelante, puesto que yo también tengo que vivir y el aire no alimenta, lo haré por una compensación mínima. ¿No le parece justo?-
O sea que ha venido a chantajearme- responde Pantaleón Pantoja.
A ayudarlo, hombre, pregunte y verá la fuerza ciclónica de mi emisión- insiste el Sinchi. Por unos cuantos miserables soles estoy dispuesto… a dar la gran batalla por usted…-
Pantoja se niega a aceptar el soborno y ordena la salida del periodista; éste, como represalia, durante los programas siguientes se dedica a criticar al militar y el servicio que presta, calificándolo de "bochornoso espectáculo" y "vergüenza para la ciudad".
Pero algo ocurre y El Sinchi, de la noche a la mañana, cambia radicalmente su concepto. Lo que ayer era corrupto y deleznable, hoy es digno de los elogios ciudadanos. Ahora piensa que "El supremo gobierno debería condecorar con la Orden del Sol al señor Pantaleón Pantoja…"
Para la comandancia del ejército era claro que algo muy extraño había pasado, y por eso llama al capitán Pantoja para que explique lo sucedido.
La respuesta del oficial deja mudo a más de uno: "La única manera de taparle la boca a ese sujeto es dándole un balazo o plata… Cargármelo me traería muchos líos, no queda más remedio que calentarle la mano con unos cuantos soles… He tenido que sacrificar el 5% mensual de mis haberes para callar a ese chantajista…"
Si estos pasajes de "Pantaleón y las Visitadores" nos resultan parecidos a ciertos hechos que ocurren de lunes a viernes en Cartagena, debemos aclarar que se trata de meras coincidencias. Si algunos insisten en decir lo contrario, sin embargo, es porque se trata de individuos sin sensibilidad social.